lunes, 5 de octubre de 2009

Blog Josué Libertad


Estas líneas van a servir para despedirnos de todos vosotros y dar por finalizada la labor de este blog que no ha sido otra que dar un punto de vista diferente al “caso Palomino”. Sí, el blog no volverá a actualizarse pero antes nos gustaría dedicar unas cuantas palabras a una parte (importante) de nuestros lectores: los amigos de los silbatos.
Durante todo este tiempo no habéis parado de colgar mensajes en las que nos amenazáis de muerte, juráis que vais a matar a Josué, hacéis referencia a que se va a “pudrir” en la cárcel (mala palabra empleáis con un muerto de por medio…)… En definitiva, muy lejos están vuestras palabras de la paz, la tolerancia, el “we are the world, we are the children” que pregonáis ante los medios de comunicación. Vamos, que el choriqueo se os da muy bien, pero las intenciones manifiestas son otras y esto lo sabemos todos.
Sabemos de sobra que lo vuestro es la música, de bajo standing cierto es, pero música al fin y al cabo. Ya sabéis, los silbatos, la flauta y el trombón que llevaba toda la turba de Carlos Palomino y que al parecer se dirigía a dar un concierto con la filarmónica de Berlín; o cuando días posteriores distéis un concierto en acústico en Villaverde; o el casting de fama que rodasteis en Canillejas. O los bolos que preparáis todos los fines de semana y los espléndidos carteles y pegatinas que os da por hacer con lemas tan profundos cómo “nazi que veamos lo vamos a reventar”, “mata nazis”, “anti-nazis mandan”, “que corra la sangre”… Mozart a vuestro lado era un afilador de cuchillos.
Sabemos de sobra que vuestras intenciones cuando publicitáis el domicilio particular de Josué es hacer partícipes a su familia de conciertos y veladas musicales, de esas que tanto os gusta hacer cuando los comercios y bares están cerrados.
Ya sabemos que lo vuestro es la música, sobre todo la de viento, por la descomposición que os entra a más de uno en según que situación y circunstancias. En otras no. Se ve que agredir a una chica por la espalda no es más que una demostración de la tolerancia, la paz y los grandes valores que integran todo vuestro movimiento. Esa mañana no hubo música de viento, ni siquiera había silbatos, no ibais a jugar al parchis ni tampoco al monopoli.
Uno de vuestros amigos está muerto. A la tumba lo ha llevado su prepotencia, su chulería, su arrogancia y sus ganas de limpiar las calles. Ya veis donde está. Vosotros seguís jugando a ese mismo juego, erigiéndoos en jueces y verdugos de las calles y encima pretendéis dar lecciones de moral y de música gratis.
Para seros sinceros no nos gustan los silbatos, ni las flautas ni los trombones. Tampoco nos gustan los cobardes que atacan en masa, ni a los que se relamen sólo de pensar de la paliza que le van a propinar entre muchos a una sola persona. No, ese tipo de gente no nos gusta. No nos gusta, sean de derechas o de izquierdas, de centro, del norte, del sur o de Marte.
Habéis ladrado, habéis lloriqueado, habéis mercantilizado hasta la imagen de vuestro amigo. Y encima pretendéis quedar cómo santos varones, cómo chicos inocentes que luchan por un noble ideal. A nosotros no nos convencéis.
Y volvemos a repetirlo: poco nos importan las ideas de Josué. Ni siquiera las conocemos. Y no creo que importen mucho. Mejor dicho, no importan nada. Lo que si deben importar son vuestras ideas, las ideas de personas que salen a la calle buscando sangre y víctimas y que cuando les toca perder, cómo este caso, ni siquiera tienen la gallardía de reconocer que ese día os faltaron muchos huevos.

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