sábado, 3 de octubre de 2009

Injusticias en el ámbito laboral para la mujer





No hay nada que demostrar para el que posea una mínima inteligencia.

Aun existen muchas injusticias en el mundo, muchas, y es bueno que empecemos a erradicar, al menos, las que se pueden y sin apenas esfuerzo. Esto es así con la diferencia salarial que existe entre el sueldo que percibe una mujer y un hombre ante el mismo puesto de trabajo y en el marco laboral.

La desigualdad salarial entre hombres y mujeres es notable según arrojan los datos de la Encuesta Anual de Estructura Salarial de 2007 (los últimos disponibles), presentados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Según los datos que arrojan la encuesta las mujeres ganaron un 25,6% menos que los hombres en el año 2007.

Un trabajador ganaba una media anual de 20.390€ en el 2007, un 3,6% más que el año precedente. Sin embargo, los hombres ganaron de media 22.780 euros frente a los 16.943 que constituyeron el salario medio de las mujeres. Queda a la vista la injusticia que se establece para con una parte del colectivo de trabajadoras asalariadas, que por el hecho de ser mujeres, solo por ello y no por menor esfuerzo o grueso de trabajo, percibe menos por el trabajo realizado.

En casi todas las regiones de España, el sueldo medio de las mujeres fue entre un 20% y un 30% inferior al de los hombres. Pero para ser justos, y es lo que se busca, hay que entender que en esos porcentajes existen matices a tomar en cuenta, y es que hay una mayor proporción de mujeres -que de hombres- trabajando a tiempo parcial, lo que hace que sus ganancias anuales sean inferiores por lógica, y no por ningún tipo de injusticia. Aunque también existen empresarios desalmados que usan ese tipo de contratación a modo fraudulento.

Cuando hablamos de desigualdad salarial, nos referimos al trato desigual que hombres y mujeres recibimos respecto a la retribución salarial que percibimos por nuestro trabajo y que está determinada por diversos factores como el sector, la antigüedad, la formación, etc.

¿Dónde quedó lo de igual trabajo igual salario?

Las mujeres cobramos menos porque quedamos relegadas a los puestos de trabajo más bajos de la jerarquía laboral. Apenas existen mujeres ocupando altos cargos en empresas, a menudo e insultantemente no somos opción por la maternidad ¡ni que a ellos no les hubieran parido!

Las mujeres cobramos menos, porque representamos la mayoría en los contratos a tiempo parcial. Para poder hacernos cargo de la familia, de recoger al niño de la guardería, de llevarle al pediatra, de atender la casa, optamos por ese tipo de contratación.

Las mujeres cobramos menos, porque somos las protagonistas de los contratos temporales. No interesa dar seguridad a la mujer en edad de procrear, no somos rentables, y así actúa el dueño de la empresa, el interés económico primero, el humano no entra en este terreno.

Las mujeres cobramos menos, porque cubrimos la mayor parte de los puestos de trabajo de los sectores con menos prestigio social. A veces el tener un hijo te hace dejar el anterior trabajo, o simplemente no te renuevan, dedicas un tiempo a la crianza de ese niño y cuando vuelves, debes conformarte con lo que te den, cuando un trabajador esta unos años sin estar en el mercado laboral es complicado volver a reincorporarse y más si es mujer y posee una familia a sus espaldas, algo que hace que te descarten en una entrevista de trabajo.

No podemos pensar que la mujer cae en los puestos más bajos por carencias en su preparación, pues quienes en la actualidad poseen mayor nivel académico, son las mujeres.

Las mujeres luchamos por la conciliación de nuestro trabajo con la vida personal, familiar y laboral, de la nuestra, de la de nuestra pareja, de las de nuestra ascendencia y descendencia.

El hombre accede al trabajo sin tener necesidad de demostrar nada, la mujer debe demostrar, si eso es igualdad…

Uno hombre puede ser un inútil, la mujer debe demostrar que no lo es por sistema, si eso es igualdad…

La presión de grupos feministas sobre el sector masculino con el uso de la palabra machismo no debe ser un arma en la lucha de los derechos para la mujer que desea ser justa, porque sería caer en lo sufrido, tornarse de oprimido a opresor, no seamos lo que deleznamos. No hagamos rentable la opresión de la otra mitad de la sociedad, la de los hombres.

Así pues, y ya que tenemos dos manos, dos pies y una cabeza en la que no se produce diferencias importantes ¿por qué, las mujeres, necesitamos demostrar cada día que, tenemos el mismo derecho que los demás a estar ahí? Acaso, no hemos aportado a lo largo de la historia lo más importante: la materia humana.

En cuanto a inteligencia, al uso de ésta no hay tanta diferencia, como variedades existen de seres humanos, tan variadas son las capacidades intelectuales incluso entre los del mismo sexo. La aportación que la mujer puede hacer a la sociedad es tremendamente importante ya que representamos algo más de la mitad de población, no se puede dar la espalda a más de la mitad de los que guías, pero aun hay quien lo hace o desprecia.

El desequilibro que a menudo se produce es por ese obviar una parte tan amplia de la sociedad, o el apreciarla menos que al resto, o el exigirle mucho más que al resto. Tampoco, repito, se puede permitir eso mismo con los hombres.

Lo justo es valorar a la gente por su buen hacer, lo justo es conceder puestos por capacidad, lo justo es pagar lo mismo independientemente de que sexo poseas, lo justo es valorar al conjunto de la sociedad, ni machismos ni feminismos, porque todos tenemos algo que dar por el bien de la andadura general en el devenir de los tiempos y porque las manos del que trabaja no son más que unas manos, no son mejores por ser de las de un hombre, o las de una mujer.

Carmen M. Padial

No hay comentarios: