domingo, 8 de agosto de 2010

Mitos sobre la inmigración (II-VII)

SEGUNDO MITO: “LOS INMIGRANTES VIENEN A DESEMPEÑAR TRABAJOS QUE LOS AUTÓCTONOS YA RECHAZAMOS”:

También falso, vienen a desempeñar trabajos que están muy mal pagados. Si la remuneración fuera decente, esos puestos de trabajo estarían ocupados por los españoles o por los “comunitarios”. Y cualquier sociólogo sabe que (desgraciadamente) el estatus social está hoy prácticamente determinado por la remuneración (antaño lo era por el prestigio social). Lo bien pagado es lo hoy valorado, y no es abandonado a terceros. Comparen ustedes estas dos noticias, 1) “Uno de cada tres nuevos médicos en España ya es extranjero”; y 2) “Mil médicos españoles emigran cada año mientras las autonomías fichan a extranjeros”. Y no es sólo aquí: afirma Heidi Przybyla que, en los USA, “un creciente número de economistas no cree que los estadounidenses no estén dispuestos a aceptar empleos modestos; son los salarios, y no el trabajo en si, lo que los mantienen al margen. Los estudios de esos economistas demuestran que muchos estadounidenses quieren los empleos que toman los inmigrantes, sólo que no pueden aceptarlos por las menguantes pagas y prestaciones…. [Por todo ello] la idea de que se necesitan personas para cubrir los empleos que no aceptamos es una locura”.

Pero, y además (y seguimos siendo los españoles “buenos chicos” pues, en el Barómetro de Noviembre de 2005, tan sólo el 47% pensaban que “por general, los sueldos bajan como consecuencia de la llegada de personas que vienen a vivir y a trabajar a España” ) , es evidente que la inmigración tira los salarios a la baja. Hasta hace poco había una relación inversa entre la desigualdad interior y la exterior. Así, 1) la Francia de Luís XIV no tenía un nivel de vida medio inferior del Imperio chino, pero en ambos países la desigualdad interior era brutal; 2) la desigualdad se redujo en Europa durante la era del Keynesianismo, a la par que aumentaba la desigualdad entre el mundo desarrollado y el subdesarrollado. Hoy, da la casualidad de que, aumentan simultáneamente la desigualdad interior y la entre naciones…. Pues bien: en ese proceso mucho tiene que ver la inmigración, y (como veremos) también las deslocalizaciones. Es sabido que existe una ley en economía de libre-cambio: los salarios tienden a alinearse sobre aquellos pagados en los países en los que peores salarios se pagan. Súmese a eso el hecho de que la inmigración permite importar los salarios bajos de los demás y se podrá comprender por que el salario medio de los españoles no ha aumentado desde ¡1997! El obrerito español (y europeo) ha podido ser “calmado a la fuerza” en sus reivindicaciones, antaño mediante un ejercito nacional de parados, y hoy por uno mundial. De ahí la felicidad de las patronales por una parte, y de los sindicatos “compradores”, vendidos, por otro: en el primer caso, producto de una miopía económica drástica pues salarios más bajos implica demanda global deprimida (excepto endeudamiento de las familias hasta las cejas, caso de España; pero ¿por cuánto tiempo sostenible?) y, lo que es peor para los patronos, freno a ganancias reales productividad. Así, explica Guillermo López Casanovas, de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, que hay que rechazar la idea que la inmigración aumenta la productividad: “La mayoría de los inmigrantes trabajan en sectores de productividad débil y en peor forma de todo la UE. La llegada de inmigrantes permite quizá evitar que algunas fábricas cierren, pero sólo hace retrasar la solución del gran problema de la economía española, a saber la productividad. Sin la inmigración, el necesario proceso de adaptación ya habría comenzado”. Mismo sonido de campana desde Xavier Salai Martín, de la Universidad de Columbia: “los inmigrantes, cuando llegan aquí, empujan los salarios a la baja e interrumpen las evoluciones tecnológicas”. En cuanto a los sindicatos, favorecer sistemáticamente a los inmigrantes, o sea alinearse sobre la patronal y aceptar la competencia desleal para con el trabajador autóctono en material salarial, les conducirá, no a lo que ellos creen a (aumentar la afiliación o a compensar las pérdidas de la misma), sino a perder la base estable nacional, europea, sobre la que se asientan. Corren hoy los sindicatos por la misma pendiente de una izquierda por la que es cada vez más difícil hacer votar a las clases obreras….

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