sábado, 21 de agosto de 2010

Mitos sobre la inmigración (IV-VII)

CUARTO MITO: “LOS INMIGRANTES APORTAN MÁS DE LO QUE CUESTAN”:

Falso doblemente, ni con carácter inmediato, ni a término, es cierta esa afirmación. Y además, depende de “¿para quién?”. Es evidente que, si a largo plazo, los inmigrantes frenan los incrementos de productividad, a corto plazo son muy rentables para el capital, tratándose de mano de obra barata, sumisa y paciente. Ello por ahora; porque téngase en cuenta que con la generación aquí nacida, o aquí traída desde la infancia, el panorama variará considerablemente, acabándose (véanse Francia y sus suburbios) lo que para muchos suple el “mito del buen salvaje”. Tomemos esta afirmación de H.M. Enzensberger22: “Nadie emigra sin promesa. Antaño, lo que vehiculaba la esperanza eran las leyendas y los rumores. La Tierra Prometida, la Arabia feliz, la legendaria Atlántida, el Dorado, el Nuevo Mundo: tales eran los relatos mágicos que incitaban a las masas a emprender el camino. Hoy, son sustituidos por la imágenes… que la red mediática planetaria manda hasta el último pueblecito del Tercer Mundo”. Ahora bien, aquí reside uno de los factores que explicarían la relación real, existente, entre sobrecriminalidad y sobre inmigración.

Porque ese mundo ideal descrito es ficticio también en este caso. Volvamos a Enzensberger (pág. 25): “Dichas imágenes contienen aún menos realidad que las leyendas de moda en el inicio de los tiempos modernos, pero su efecto es incomparablemente más potente. En particular, la publicidad es vista…, en el Tercer Mundo, como la descripción fiable de un modo de vida posible”. Con consecuencias muy graves. Porque ¿qué pasa con los hijos de los inmigrantes, aquí instalados? Se tratará de personas que, mentalmente, han pasado de agradecer (más o menos), a exigir (más), y ya no se conformarán con un “salario de clandestino”. Y, o bien obtendrán más que aquello con que sus padres conformaban, o bien tenderán a la sobredelincuencia, generando por cierto un incremento del gasto público y privado en materia de lucha contra la delincuencia, pero también en otros ámbitos…


Y con la cuestión de la inseguridad estamos entrando en si la inmigración es un gran negocio no sólo para el capital, sino también para él español de a pie. Ya hemos visto que se disparan, por la inmigración, los gastos públicos en materia de seguridad ciudadana y justicia23. También lo harán en otro ítem como es la sanidad. Lo harán vía muchos factores, pero en particular por las interconsultas y los medicamentos; y si no se incrementa el gasto (porque se comprima), entonces asistiremos a una degradación de la asistencia sanitaria: de hecho las listas de pacientes de muchos médicos de la Seguridad Social no recogen aquellos numerosos enfermos carentes de tarjetas sanitarias. Lo mismo acontece con la enseñanza en la que hay que gastar mucho más si queremos detener la caída en picado del nivel en las escuelas públicas a pesar de los esfuerzos desesperados del profesorado. El caso de Madrid es perentoriamente ilustrativo: La población inmigrante en Madrid representan el 12,1% del total. Sin embargo, consume el 46% de la factura en programas sociales de la región, entre los que se incluyen prestaciones por desempleo. El fomento del alumno extranjero cuesta anualmente 2.976 euros, cien más que un nacional24


23 Según el “Real Instituto Elcano” “la percepción de que un creciente porcentaje de los delitos perpetrados en España es obra de delincuentes extranjeros resulta confirmada por los datos policiales, judiciales, y penitenciarios disponibles: la tasa de delincuencia de los residentes extranjeros es mayor que la de los autóctonos, tanto en España como en otros países europeos. Los extranjeros representan el 4 o el 5% de la población española, pero casi el 9% de los condenados y el 27% de los detenidos por delito en el 2001”. Dicho informe, data del 2003 y con datos del 2001, y es insuficiente: los datos del ministerio de Interior para ese mismo año son 116.139 extranjeros detenidos para un total de 233.147. Hoy, todos esos datos han considerablemente empeorado. Entre el 2001 y el 2005, por ejemplo, el número de extranjeros ha pasado de 1.370.657 a 3.730.610 en el 2005 y el 40% de todos los presos de cárceles españolas son extranjeros. Y conviene prestar atención a la evolución de las distintas propensiones nacionales a la delincuencia: aparte de que el 61% de los menores infractores son extranjeros, se asiste a una disminución de la delictividad de los españoles (42% de los delincuentes en el 2003 y 30% en el 2005) y de los Maghrebíes (respectivamente 40% y 25%), pero si a un aumento geométrico de los sur y centro americanos (9,6% y 24%); lo que pone en solfa otro mito: a saber la mayor capacidad para integrarse de los latinoamericanos en comparación con los magrhrebíes. Dato positivo para la capacidad de integración de los maghrebies, pues es evidente que el integrado delinque menos (Ver “El Mundo” del 23-01-06)


Siete factores más empeoran el panorama:


1º. En breve, y como es lógico, la parte de la Europa Central ingresada en la UE detraerá una cantidad cada vez mayor de los fondos que hasta ahora eran destinados prioritariamente a España.

2º. El Sistema Impositivo español es, de hecho, cada vez más regresivo. Por ello, los sobregastos derivados de la inmigración serán financiados, sobre todo por lo que paguen las clases medias y bajas (y no por las clases altas, que son, además, las más beneficiadas por la inmigración).


3º. Cada vez más el paro recae sobre los inmigrantes, y (recuérdese el punto anterior) se disparan los gastos que los demás tenemos que financiar para cubrir el seguro de desempleo. Ya Guillem López Casanova (otro vez de la Pompeu Fabra)25 señaló recientemente que no sólo “sin la inmigración el proceso de adaptación [de la economía española] ya se habría iniciado, [sino que] a la inversa, acumulamos hoy una población en edad laboral que, en caso de crisis puede tornarse un problema”. Pues bien estas son las últimas noticias: “Casi la mitad de los nuevos parados en noviembre [del 2006] eran extranjeros… El paro se ha concentrado en sectores con gran presencia de inmigrantes (servicios y construcción)” 26. Y así seguirá y se incrementará.


4º. Y no digamos ya la sangría que se prepara cuando haya que pagar transferencias afuera de nuestras fronteras por las pensiones de jubilación.


5º. En cuanto al tan cacareado aporte de los inmigrantes frente al déficit de la Seguridad Social, el caso de Madrid es definitorio: los inmigrantes suponen un 12% de los afiliados a la Seguridad Social, pero sus cotizaciones apenas llegan al 6%....

6º. Y, además, lo que pagan los inmigrantes como fiscalidad es mucho menos de lo que suponen como gasto. Según Fernando Merry del Val y Lucía Figar (en una investigación para las Consejerías de Economía e Innovación Tecnológica y de Inmigración, ambas de Madrid)27: “el aporte global de los inmigrantes residentes en Madrid a la Hacienda estatal ascendió a 1.115 millones de euros en el 2005; mientras su gasto en servicios sociales, sanidad y educación se elevó a 1.374 millones”. O sea que “el aporte fiscal que realizan los inmigrantes es exiguo: cada inmigrante paga una media anual de 1.468 € en concepto de IRPF, IVA y cotizaciones a la Seguridad Social, mientas que sus gastos en servicios sociales, sanidad y educación ascienden a 2.097€. Por tanto, cada extranjero genera un saldo negativo de 629 € anuales a las arcas públicas”.

Añadamos a esto que si la cesta de la compra media española es de 6.577€, la de un inmigrante apenas rebasa el 50% de aquella; en ese aspecto no contribuyen sensiblemente a la inflación, pero tampoco al consumo. Si que está claro, sin embargo, que en el sector de la vivienda, el españolito medio sufre la presión inmigratoria: durante el primer trimestre del 2006, un 13,41% de los pisos fueron comprados por extranjeros, contribuyendo a disparar los precios del metro cuadrado.


7º. Atención al gasto público “no cuantificable”: porque aumentos de la población inmigrante tan brutales como el sufrido por España, y además en un tiempo record, suponen una auténtica explosión de inversiones en carreteras, conducciones de agua y gas, urbanizaciones, nuevos colegios, hospitales y centros de salud, comisarías, juzgados, prisiones, ayudas especiales a extranjeros (guarderías, comedores, ayudas para la educación… 28


28 En el próximo ejercicio, los Presupuestos Generales del Estado recogerán una partida de cerca de 33 millones de euros para repatriaciones, cifra que supone un incremento de ocho millones de euros respecto al periodo anterior. Además, en el 2007, se invertirán aproximadamente 250 millones de euros en la atención a la integración de inmigrantes, de los que 185 se reservarán para el Fondo de Apoyo a la Acogida e Integración de Inmigrantes y refuerzo educativo. Otros 18 millones se destinarán a la atención humanitaria de los indocumentados, y algo más de 16 millones de euros servirán para subvencionar a Cruz Roja, el Comité Español de Ayuda al Refugiado y la Asociación Accem (Comisión Católica Española de Migraciones) (ABC, 18-12-2006).

29 Lo cual tampoco es seguro; así, según Kurt Blanchet y Regina Keith (en “L´Afrique tente de retenir ses medecins”, Le Monde Diplomatique, 12-06), a partir de ya serán necesarios 6.000 millones de dólares al año para paliar la fuga de profesionales de la medicina, cifra que se elevará a 7.000 millones a partir del 2010… En Zimbabwe sólo quedan 360 médicos de los 1.200 formados en la década de los 90; 200 sobre 800 en Ghana, lo que representa una pérdida de 50 millones de dólares en formación ahora al servicio de europeos y norteamericanos. Y los gobierno africanos recurren a medidas y trucos de todo tipo para paliar esta hecatombe: subidas salariales, ayudas alimentarias, créditos a muy bajo interés, inversión en más facultades de medicinas, ayudas a fondo perdido para los que retornan, prestamos para vivienda, educación de los hijos a cargo del Estado, etc.

Pero insistamos sobre la cuestión de las ayudas y de las remesas: en julio del 2006, el número de parados extranjeros era de 133.109 personas, o sea un 21,6% más que un año antes; sin embargo el aumento de las prestaciones percibidas había aumentado (en el mismo plazo) un 33%. La importancia relativa en el gasto total pasó del 4,3 al 5,2%. Pero hay que algo peor: porque si lo percibido en concepto de paro sirviera para sostener el consumo interior, el problema sería menor. Sin embargo, en realidad, una parte considerable tanto de los salarios, como de los seguros de desempleo percibidos, sale para el extranjero bajo forma de remesas. Que ello sirva para paliar, al menos parcialmente, en el país emisor la hemorragia de personal formado a expensas del mismo29 es una cosa sin duda menos desagradable que la desinversión relativa que suponen para España esas transferencias de capital.


Se sabe que, en el Mundo, las transferencias financieras de los inmigrantes “se han multiplicado por más del doble en 10 años y alcanzan ahora 150.000 millones de dólares según cifras oficiales (en realidad más), es decir, dos veces el volumen anual total de ayudas al desarrollo” 30. En España, en el 2004, de una masa de 20.000 millones de euros percibidas en concepto de salarios, una estimación por lo bajo daría 8.710 millones transferidos lo cual nos sitúa en el octavo lugar en el ranking de países transferidores31, pero ¡el primero en la UE!: en el 2004, las remesas que de aquí salieron supusieron 3.258´3 millones de euros, es decir más de un tercio más que las que salieron de Alemania, y más del doble de las francesas. Cuando el peso en el PIB de nuestras remesas es de 0,39% (frente al 0,09 de Alemania y el 0,08 de Francia), el incremento de las remesas en los últimos cinco años ha sido de 14,9% (cuando en Francia ha disminuido en un 0,8%)32. De lo que acabamos de describir, se puede pensar que es una moralmente justa compensación por el daño causado al país de los inmigrantes; pero objetivamente, para nosotros, se trata de una desinversión….

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