jueves, 17 de septiembre de 2009

SAQUEO CONSENTIDO




Las movilizaciones que se están llevando a cabo por los sectores agrícolas y ganaderos, son un grito por la supervivencia de unos trabajadores que llevan a cabo una actividad que el ser humano desempeña desde que dejó de ser un nómada cavernícola. El que dejáramos de deambular como seres sin raíces, desheredados de una historia propia y sin identidad se debió al saber y ejercer como agricultores, más tarde se pasaría a criar animales para la alimentación del asentamiento o pueblo. Esto hizo ricos a unos pueblos más que a otros.

Se forjaron núcleos que fueron madurando y creando, creciendo, aprendiendo y evolucionando. Todo ello dio vida a lo que somos hoy. Pero el hoy es amargo, hoy toca dejar la tierra en manos del capitalismo voraz, ese que de la tierra solo entiende el rédito, ése que nada sabe de historia, tradición, o herencias más que las monetarias.

Los pequeños agricultores, los ganaderos de capacidad humilde, son esclavizados mediante pagos ínfimos por jornadas de trabajo que se establecen de sol a sol. Trabajos que tienen mucho que ver con los caprichos de la naturaleza y de la vida de otro ser vivo, como es en el caso de la ganadería.

¿De qué modo el capitalismo expulsa al trabajador del campo, de su tierra, de su oficio? Pagándole menos de lo que invierte en las cosechas o en la compra y mantenimiento de los animales que poseen.

Nadie trabajaría, pienso yo, en una fábrica donde, al finalizar el mes, tuviera que pagarle al encargado por haberle fabricado el producto que se va a comercializar, pues eso ocurre con el sector del campo. Para haceros una idea, un kilo de naranjas se paga a 0,18 céntimos (invierten 0,20€), según el Observatorio de Precios de los Alimentos del Ministerio de Agricultura, ¿cuánto nos cuesta a los consumidores? Casi dos euros, y según donde, pero si el agricultor lo vende directamente, esto es, en su propia frutería o por medio de un método directo como se propaga por internet, llega a ganar un euro, por lo que antes le pagaban 0,18€. Algo falla…

Falla el monopolio que existe de las grandes superficies sobre las riquezas de un país, su campo, su ganadería, en conclusión el alimento de su pueblo y la vergüenza ante la permisividad de un Estado que deja esclavizar por medio de la presión de estos monstruos del consumo y de los consumidores, a sus trabajadores más sufridos y menos reconocidos. Ya pareciera que la leche sale directamente de la estantería del Carrefour, que el brick es la misma vaca y tristemente así será la realidad en unos años si averiguan como hacerlo en tubos de ensayo.

La semilla transgénica es otro inventito, invento que se dijo sería para erradicar el hambre del mundo y resulta que ha sido el negocio del siglo para las empresas expendedoras de estas semillas transgénicas, y el dolor de cabeza más grande frente a la aparición de nuevas y rarísimas enfermedades en el ser humano, no digamos la servidumbre a la que es sometida la tierra, esa a la que tanto debemos y que se nos ha sido prestada para los que vengan. Algo que solemos olvidar, y recordemos que el hambre en el mundo sigue, y cada vez más.

La agricultura familiar sería una de las opciones a fomentar como una de las medidas a ejercer para paliar la crisis mundial de alimentos, pero no todos tenemos un terreno.

Otra solución es fomentar desde la dirección de un país los métodos de comercialización corta (del agricultor al consumidor), pero no interesa morder la mano que tiene tan agarrado el cuello de cualquier gobierno amparado en este sistema CAPITALISTA.

La agricultura es la base primordial de la alimentación y economía de una nación, y por lo tanto, de su fortaleza, ya que de su adecuada explotación y rendimiento nacerá la autosuficiencia y capacidad de eludir cualquier tipo de crisis que no venga dada desde dentro, sobre todo del tipo alimentario, con la importancia y relevancia que conlleva. No es sano depender del resto y menos para comer, pero la globalización capitalista hace su trabajo…

Los campesinos pequeños y medios, por más que se esfuerzan en evitar la ruina y el poder seguir arañando la tierra y sacarle el fruto que le dé el pan que precisa en su mesa, intensifica hasta un grado extremo su propio trabajo, aumenta la producción de artículos que ya no se venden porque algún gran comerciante lo tiene almacenado a la espera de que exista un buen precio para esa cosecha que le costó casi nada, pero que con su sabia especulación, amante del voraz capitalista, le hará ganar mucho dinero y hundirá al que honradamente trabajó.

Hasta ahora no había influido, por no existir a la escala actual, la profunda y extendida globalización, y en consecuencia la interconexión de los mercados energéticos, financieros y alimentarios, la especulación se ha hecho todo un Goliat a derribar.

Al final, al pequeño y mediano agricultor se les priva de su propiedad y del medio de vida, y la tierra pasa a ser un engranaje más, cultivada sin sentimiento y sin respeto como manda el sacro capitalismo, por tierra, mar y aire y todo lo que en ello viva.

El efecto apisonadora de este sistema, ha intensificado particularmente su yugo sobre la agricultura mediante el empleo de maquinaria y productos químicos, con lo cual la producción se sigue concentrando en quienes más dinero poseen para rentabilizar inversiones, y los pequeños, ante adversidades propias de la climatología y la vida en sí de su ganado, quedan arruinados y sus tierras adquiridas por esos que son mucho más ricos.

Sólo es posible acabar con las crisis agrarias si se liquida el sistema de las relaciones capitalistas de producción, porque ni con las absorciones de las grandes superficies de las tierras del pequeño y mediano productor, han conseguido paliar la crisis de este sector que se arrastra desde antes de la IIGM.

Proteger a este tipo de trabajadores humildes, sus cosechas y productos, devolver la dignidad al agricultor, ganadero y a la misma tierra y sus frutos, fortalecer una nación mediante una producción alimenticia natural, sana y libre de especulaciones y mercantilismos capitalistas desalmados que solo nos llevan a la ruina económica y humana, son extremadamente necesarias esas medidas y urgente el aplicarlas.

Texto de Carmen M. Padial publicado en el portal www.patriotas.es

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